Estoy viendo un concierto televisado de Arizona Baby en la dos. Me gusta, es lo mejor que se puede ver a estas horas si no quieres acabar ludopata o suicida. Esto me ha recordado a "Salinas Surf Festival" un evento en el que estuve gracias a la insistencia de mi hermano amante del surf y de mi amigo amante de la palabra "festival".
Asturias en un lugar extraño en esas fechas. Me refiero a los alrededores de Salinas, y es que el festival de Long board/surf es un mundo a parte. Una burbuja de buen royo y de naturalidad en la que tuvimos la suerte de quedarnos un par de días. Había una especie de camping donde los surfers disponían sus cosas y dormían de mala manera. Nosotros improvisamos un buen lugar para pasar la noche en el coche.

Hicimos surf, vimos la competición y disfrutamos de el sinfín de puestos de venta que tenían tablas de todas clases y ruedas de patín súper deslizantes, y camisetas, y sombreros, y trajes de neopreno del futuro y mucha gente y sol y olas y buena música.
Esa noche tocaba Arizona Baby, y mientras escuchábamos la música nos dimos cuenta que ese tipo que cantaba había estado surcando las olas con nosotros. Cuando Sergio salió del agua en una ocasión me dijo sonriendo: "He visto a Jesucristo caminar sobre las aguas, e iba sobre un tablón" eso fue lo que dijo.
Ahora esa frase ha regresado a mi mente como disparada desde otra era. Una era en la que nunca he estado. Es difícil recordar ahora, en el salón y frente al televisor el sonido de las olas, el olor del salitre, la parafina derritiéndose en la fibra, el tacto de la arena que exfolia tus pies y el rum rum de la masa humana deteniéndose con las ultimas luces del crepúsculo.
En el salón de mi casa me asalta la duda de si disfrute de la experiencia tanto como debería. Pero no es mas que una duda perturbadora de esas que asaltan las mentes ociosas que permanecen despiertas mas de lo debido. La verdad es que no existe nada como el presente.
Durante un tiempo he vivido en una especie de penumbra temporal donde pasado presente y futuro estaban mezclados y habían hecho de mi vida un juego absurdo en el que me afanaba por controlar lo incontrolable y alcanzar lo inalcanzable. En esa penumbra la apatía se apodera de uno y no lo suelta. Es un lugar maldito.
Solo hay una forma de despertar: experimentar el presente con tanta fuerza como una experiencia de muerte. Sentirse agradecido y abrazar la vida como lo que es: un hecho inmediato.
Aquiles dijo algo así como:
Los dioses envidian a los mortales. Nos envidian por nuestra mortalidad. Jamás regresaras a este lugar, no volverás a vivirlo, nunca serás mas hermosa de lo que lo eres ahora.