martes, 20 de septiembre de 2011

OBSERVADOR O PRESENTE

Estoy viendo un concierto televisado de Arizona Baby en la dos. Me gusta, es lo mejor que se puede ver a estas horas si no quieres acabar ludopata o suicida. Esto me ha recordado a "Salinas Surf Festival" un evento en el que estuve gracias a la insistencia de mi hermano amante del surf y de mi amigo amante de la palabra "festival". 


Asturias en un lugar extraño en esas fechas. Me refiero a los alrededores de Salinas, y es que el festival de Long board/surf es un mundo a parte. Una burbuja de buen royo y de naturalidad en la que tuvimos la suerte de quedarnos un par de días. Había una especie de camping donde los surfers disponían sus cosas y dormían de mala manera. Nosotros improvisamos un buen lugar para pasar la noche en el coche. 
      


Hicimos surf, vimos la competición y disfrutamos de el sinfín de puestos de venta que tenían tablas de todas clases y ruedas de patín súper deslizantes, y camisetas, y sombreros, y trajes de neopreno del futuro y mucha gente y sol y olas y buena música.
Esa noche tocaba Arizona Baby, y mientras escuchábamos la música nos dimos cuenta que ese tipo que cantaba había estado surcando las olas con nosotros. Cuando Sergio salió del agua en una ocasión me dijo sonriendo: "He visto a Jesucristo caminar sobre las aguas, e iba sobre un tablón" eso fue lo que dijo.



Ahora esa frase ha regresado a mi mente como disparada desde otra era. Una era en la que nunca he estado. Es difícil recordar ahora, en el salón y frente al televisor el sonido de las olas, el olor del salitre, la parafina derritiéndose en la fibra, el tacto de la arena que exfolia tus pies y el rum rum de la masa humana deteniéndose con las ultimas luces del crepúsculo. 

En el salón de mi casa me asalta la duda de si disfrute de la experiencia tanto como debería. Pero no es mas que una duda perturbadora de esas que asaltan las mentes ociosas que permanecen despiertas mas de lo debido. La verdad es que no existe nada como el presente.


Durante un tiempo he vivido en una especie de penumbra temporal donde pasado presente y futuro estaban mezclados y habían hecho de mi vida un juego absurdo en el que me afanaba por controlar lo incontrolable y alcanzar lo inalcanzable. En esa penumbra la apatía se apodera de uno y no lo suelta. Es un lugar maldito.

Solo hay una forma de despertar: experimentar el presente con tanta fuerza como una experiencia de muerte. Sentirse agradecido y abrazar la vida como lo que es: un hecho inmediato.

Aquiles dijo algo así como:
Los dioses envidian a los mortales. Nos envidian por nuestra mortalidad. Jamás regresaras a este lugar, no volverás a vivirlo, nunca serás mas hermosa de lo que lo eres ahora.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Tengo un sueño nuevo:

El mundo se ve al borde de la perdición una vez mas.

Poco a poco mis amigos y esa gente que confecciona ese fondo desconocido que me rodea va enajenándose. Ya no parece que nadie sienta empatía por nadie y nadie ayuda a nadie. Pero todos están compinchados y todos forman ahora parte de un solo ente.

2011: AHORA

Posiblemente sea el último hombre libre y autentico del planeta tierra. Todos los demás han sido poseídos por una raza de parásitos alienígenas.
Estoy solo, pero no tengo tiempo de pensar en ello ya que debo encontrar la forma de liberar a la humanidad de la esclavitud. Camino oculto entre las sombras y de azotea en azotea buscando una explicación estética a mi actual situación. Soy un extraño en mi propia casa. Contemplo la fría noche y las estrellas se ríen de mí. Entre dientes refunfuño: Es toda una experiencia vivir con miedo.

De pronto sé que debo hacer. Mi plan es infiltrarme en su cuartel general y destruir al cabecilla malvado. Siempre hay uno. Solo hay que acabar con él y todo lo demás se desmoronará como un castillo de naipes.
Así que ahí estoy yo, trepando por la fortaleza, armado con un fusil submarino con un fino arpón capaz de atravesar la carne de cualquier humano. Por que al fin y al cabo, debía sacrificar a alguien para salvar a la humanidad. Para salvarme a mí mismo. Podría ser cualquiera, podría ser un niño. Lo único bueno que habían traído los seres era la destrucción de nuestra escala social. Un cuerpo de niño daba ordenes a un anciano o alguien con harapos de indigente mandaba sobre el que podría haber sido presidente.

No importaba, estaba seguro. Llegado el momento no dudaría en disparar y acabar con aquel engendro alienígena.

Salto dentro del pasillo central y peleo con dos guardias que mueren enseguida. Recargo mi fusil con el arpón que arranco del pecho ensangrentado de un chico de 15 años. Estoy listo para la batalla final y sin dudarlo golpeo la puerta del parlamento y de una patada se abren las dos puertas. Ese soy yo, con los nudillos ensangrentados y los ojos negros de la muerte brillando insondables en la oscuridad de mi corazón.

Miro a mi alrededor, son cientos los que se amontonan con los ojos muy abiertos mirándome a mí. Observándome sin temor, al unísono, todos a mí. Es entonces cuando una extraña sensación penetra en mi mente como un rayo azul. EXISTO.

Alzo mi fusil con decisión, esto debe de acabar cuanto antes. Doy un paso al frente y reconozco al líder. Mi corazón se para. Es ella.
Aprieto la culata contra mi pecho desesperado. Veo sus ojos mirándome tan fuerte que mis músculos se derriten y sueltan el fusil que cae al suelo haciendo un ruido espantoso. Esos ojos que antes ocultaban el misterio de la existencia ahora están inertes y pertenecen a otro ser. Ya no me miran de la misma forma. Y mi corazón se rompe.

Caigo de rodillas en el centro de la sala bajo la atenta mirada de los alienígenas. El último desquiciado humano capitulando en la sala del trono.

Un hombre rechoncho y con uniforme medico se acerca a mí y yo comienzo a llorar en sus brazos como un descosido sin esperanza. Me lleva hacia un pasillo. Posiblemente planee injertarme un huésped de otro mundo y convertirme en un esclavo mas. Pero ya no me importa. En mi cerebro quedarán grabados aquellos ojos grises. En mi corazón quedarán los otros ojos, los en su momento, me miraron.